Aprendiendo desde casa

Les compartimos en este espacio artículos, ligas y sugerencias para estos tiempos. Esperamos que encuentren herramientas útiles para enriquecer el aprendizaje en casa y para desarrollar nuevas formas en las que nos relacionarnos y enfrentamos de manera creativa los retos que la vida nos presenta.

Te invitamos, además a que nos compartas los recursos que consideres valiosos y que desees compartir en este espacio con la comunidad Formus. Enviarlos al correo [email protected]

La Editorial Tresnubes y la Casa Universitaria del Libro UANL, invitaron a compartir relatos escritos en este tiempo de confinamiento inédito.

La invitación para nuestros alumnos de segundo de Secundaria fue compartir a través de una carta, relato o diario, sus experiencias en la cuarentena, para expresar cómo se sienten y para contribuir a escribir una memoria colectiva de lo que lo que estamos viviendo en esta inesperada contingencia.

La directora de Editorial Tresnubes Virginie Kastel, en el marco del pasado Día Internacional del Libro, fue galardonada con el Reconocimiento al Mérito Editorial UANL 2020.

Los invitamos a que estén pendientes en nuestras redes y en los muros de Facebook de Tresnubes ediciones y Casa Universitaria del Libro, ya que estarán publicando más relatos de nuestros alumnos de segundo y tercero de Secundaria y de personas de nuestra comunidad Formus.Puedes leerlos en: https://issuu.com/tresnubesediciones/docs/relatosadolescentes

Alumnos que participan en esta edición: Ricky Estrada, Alejandra Villarreal, Emilio Matsui, Daniel Almaguer, Diego Sánchez, Diego Martínez, Iván Murga, Fernanda Iglesias, Paula Pedraza y otros anónimos.

EDITORIAL TRESNUBES
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CASA UNIVERSITARIA DEL LIBRO UANL
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Por: Úrsula Werren

4 de mayo de 2020.

Juan y Gilberto prefieren la amistad a la justicia

Para contextualizar la pequeña historia te comparto que, como nos pasa muchas veces a los educadores cuando revisamos los acontecimientos a la luz de constructivismo, nos sorprendemos, nos clarificamos y comprendemos la sabiduría de la naturaleza y su desarrollo.

A Juan y a Gilberto les agradezco haberme permitido observar cómo su razonamiento se fue transformando a un nivel mucho mayor de desarrollo. Frente a mis ojos, fui testigo de cómo pasaron de un pensamiento “normal” para su edad en donde inicialmente evidenciaron una moral de “justicia ojo por ojo” a una en donde la amistad se volvió más importante que la justicia. El proceso no fue automático, sino fruto de su vivencia al asumir, sufrir, reflexionar y resolver un conflicto.

Comparto otro descubrimiento que surge de esta experiencia concreta y cientos de otras. Los niños, y nosotros mismos aprendemos mucho más cuando el conflicto llega al corazón, a las raíces y lo asumimos, no sin miedo y a veces con culpa, pero confiados que no habrá regaños, ni castigos, sino comprensión y fe en que podamos encontrar una solución, justo la solución que buscamos.

Nadie celebramos el dolor y la crisis, pero cuando se hacen presentes y no le sacamos la vuelta, no lo minimizamos, no lo resolvemos rápido y “bonito”o hacemos como que no pasa nada –“dense la mano y olvídenlo”, podemos aprender mucho. Yo aprendí junto con ellos cuánto vale la pena preguntar a la dificultad y al conflicto, por el secreto que esconde y qué nos quiere enseñar.

Último punto antes de proceder a la historia y en relación a la autonomía, fin último de la educación en Formus: ¿a quienes les toca resolver el problema de esta amistad temporalmente perdida? A ellos les toca escucharse, hacer empatía, elegir la mejor de las soluciones y a mí ACOMPAÑAR.

A Gilberto y a Juan, ambos de 6 años, les tocó disfrutar los recreos en la Estanzuela cuando todavía había espacios que explorar y sorpresas inesperadas que encontrar. Juan encontró por debajo de un arbusto medio enterrada una cámara de una rueda de bicicleta y la usó para perseguir y alcanzar la espalda a Gilberto varias veces. Confundió los gritos de dolor de Gilberto con risa y se dio cuenta de la realidad cuando Gilberto le arrancó el arma de las manos y le pegó dos veces sobre el brazo.

Recibí a los dos niños lastimados, adoloridos y muy confundidos. Primero había que atender el cuerpo. Pedí a Juan ayudarme a levantar la playera de Gilberto. Su cara cambió profundamente cuando pudo observar las marcas que le había hecho a su amigo, sin estar consciente de ello. Con mucho cuidado me ayudó a poner la crema de árnica, tratando de no lastimar más. Después Gilberto ayudó a curar las dos rayas rojas en el brazo de Juan.

¿Ahora qué sigue? Les pedí sentarse uno en frente al otro, a unos cuantos metros de distancia de mí. Pedí escucharse, e imaginarse cómo se sintió el otro. Finalmente fueron invitados a encontrar una solución al problema. A los 10 minutos de intensa discusión se acercan los dos. Gilberto explica con gran serenidad y convicción: “Pensamos que lo justo es que como a mí me pegaron cinco veces y yo a Juan solo le di dos veces, me toca pegar tres veces más a Juan”.  “Entiendo Gilberto,” – y hago un gran esfuerzo de no reaccionar con un juicio anticipado a la sorpresiva respuesta del niño; trato de entender el razonamiento de ambos. Respondo, “tú piensas que lo justo es que cada quien reciba y dé la misma cantidad de azotes. ¿Qué piensas tú Juan?”. Juan con gran convicción afirma que cinco menos dos son tres y que le toca recibir tres golpes más de parte de Gilberto. “Así los dos nos sentimos bien. Es lo justo”. – “Entiendo que ambos piensan que eso sea lo justo. Pero les invito a sentarse en las mismas sillas, acercarlas un poco más, y ver si se les ocurre alguna otra solución adicional.”

Piaget observó que el pensamiento del niño pequeño, por su necesidad de sobrevivir y la incapacidad de ponerse en el lugar de otros, es egocéntrico y busca defender lo suyo. A los seis años despierta un fuerte pensamiento de justicia entendida como igualdad: para cada quien lo mismo. Dos años más tarde el niño comienza a entender que las circunstancias de cada quien pueden variar y la justicia rígida se transforma en equidad, Somos diferentes, tenemos necesidades diferentes, lo justo es lo que sea mejor para cada quien. En la última etapa de desarrollo, la persona en proceso de maduración, entiende que la mejor solución es usar la empatía, la comprensión, la compasión y la misericordia.

Los dos niños se acercan nuevamente. Esta vez Juan tiene su brazo en el hombro de Gilberto.

“¿Cómo les fue muchachos? ¿Encontraron otra solución?” Gilberto toma la iniciativa: “En realidad siempre hemos sido amigos. No teníamos la intención de lastimarnos. Creemos que es más importante ser amigos que ser justos.” – Y Juan concluye: “Decidimos ser amigos y los amigos ya no se lastiman”. Concluí entonces: “A mí me parece un buen acuerdo y me alegro que ya no habrá más amigos lastimados. – ¿Y cómo va el dolor? ¿Necesitan más árnica?”

El dolor físico fue cediendo y la madurez afectiva y moral de los dos niños escaló del nivel 2 a nivel 5 (según la escala del desarrollo socio-moral de Kohlberg). La justificación de “ojo por ojo” que desde hace tres milenios se practica y que es características de un niño del nivel 2, cedió a la propuesta del perdón y la reconciliación. El proceso de reflexión valió la pena pues permitió el crecimiento del pensamiento social y moral, y así encontrar una solución pacífica.

Autonomía

Por: Úrsula Werren.

20 de abril de 2020

Cómo introducción adelanto dos ideas. La primera se refiere a que tú, –mamá, papá–, estás en una formación intensa como educador, te lo hayas propuesto o no. La vida te da esta oportunidad, esta alternativa. Evidentemente, tomaste esa opción al momento de tener hijos, y por lo tanto requieres de un campo de conocimiento complejo y humano que es la pedagogía. Ahora la vida te invita a recordar eventos de tu propia infancia, lo que podría llevarte al cuestionamiento: ¿quiero educar como me educaron? ¿hay algo que me gustaría cambiar? Si deseo cambiar, ¿hacia donde? ¿hay algo que una perspectiva científica, humanista y constructivista pueda informarme para reconsiderar mi labor como papá y mamá?

La segunda idea surge de mi baúl de memorias. Recuerdo cómo me sorprendió la manera en que Jean Piaget llegó a sus ideas que se convirtieron en sus teorías revolucionarias sobre cómo aprendemos las personas. Durante muchos años, Piaget, (me encanta imaginármelo como “Abuelo Juan”, mi muy admirado psicólogo del siglo pasado), observaba a cientos de niños y niñas durante 10 meses del año para después subir a su chalet en los Alpes Suizos en donde reflexionaba y escribía. Su esposa reporta que no lo vio tomar un solo día de descanso.

En sus libros, Piaget nos da a conocer su teoría psico-genética del aprendizaje[1]. Era necesaria la observación atenta y reflexiva de los niños trabajando con materiales, construyendo, errando, corrigiendo, probando, comprobando, encontrando y descubriendo por medio de las pruebas diseñadas para ello, explicar el fenómeno de la habilidad suprema humana llamada: aprender. Muy constructivista de su parte, primero acción y experimentación, después reflexión.

Una de sus seguidoras, Constance Kamii, comenta que cuando le preguntaban a Piaget en sus conferencias cuál era el propósito de la educación, siempre respondía: desarrollar la autonomía de los niños y niñas. No es casualidad que la misión de Formus asuma justo ese fin.

Más que dar un discurso sobre autonomía, trataré de clarificarlo por medio de pequeñas historias reales observadas en los niños con quién me tocó, por gran fortuna, coincidir.

Cecilia de 3 añitos llegó este día con su chaqueta de uniforme al salón. Siguiendo el procedimiento, ahora ya sin ayuda de algún adulto, guardó su lonchera y el folder en el lugar establecido e inició el intento nada fácil de quitarse la chaqueta.

Carla, su maestra, le pregunta: ¿Puedes hacerlo tú sola o necesitas ayuda?

Cecy contesta: “Yo puedo”. Una vez que logra liberar el brazo derecho ya era más fácil de quitarse toda la chaqueta. En una mano el gancho, en la otra la chaqueta, Cecy se queda viendo el tubo donde ya están colgadas algunas prendas. La mirada va del gancho a la chaqueta y de la chaqueta al tubo. En la carita se puede leer la pregunta: “¿Cómo puedo lograr colgar el gancho con la chaqueta en el tubo?

Cecy está tan entretenida pensando y buscando una solución, que no se da cuenta que la maestra Carla también tiene un reto. Un dilema, tal vez tan difícil como el de ella, ¿Intervengo como “buena” maestra o me espero como maestra “responsable”, dándole a Cecy la oportunidad de encontrar la solución ella misma? Decide esperar y observar las decisiones que va tomando Cecy.

Finalmente, Cecy acomoda la chaqueta toda extendida en el piso, ajusta el gancho adentro de los hombros de la chaqueta, levanta el gancho con cuidado y lo coloca en el tubo. Todo esto después de varios intentos, mediante ensayo y error, pero logrando lo que se ha propuesto. En este momento se encuentran dos grandes sonrisas, la de Carla y la de Cecy.

“¡Lo lograste, Cecy!” reconoce Carla sonriente. Carla misma reconoce al mismo tiempo su propia victoria: confiar en las habilidades de Cecy de encontrar una estrategia de acuerdo a sus posibilidades; esperar y darle el tiempo necesario para que la niña pueda resolver su problema a su manera y con sus recursos y finalmente reconocer el esfuerzo y el logro posibles. Ambas empezaron el día con el pie derecho, Carla ofreciendo a Cecy la oportunidad de practicar la autonomía y Cecy tomando el reto, el derecho de ir conquistando su mundo.

[1] Se le llama psicogenética pues Piaget consideró que para aprender se integraban nuestras disposiciones genéticas con las experiencias de la vida misma (familia, maestros, etc).

La “química de la felicidad”

¿Qué puede hacer que mis hijos se sientan felices? ¿Cómo podemos ayudar a que estén alegres? Estos días de confinamiento en los que priorizamos su bienestar, nos lo preguntamos muchas veces. Saber que hay cuatro “hormonas de la felicidad” y cómo ayudar a que el cerebro e nuestros hijos e hijas las produzcan, nos puede ayudar a resolver estas cuestiones.

  1. La Dopamina o cómo potenciar la motivación

Es importante concienciar a las familias sobre la importancia de propiciar un descanso adecuado a nuestros hijos e hijas.  Cabe asegurar que duerman las horas adecuadas a su edad. También es importante facilitar condiciones para que hagan ejercicio diario. Celebrar esfuerzos y el logro de metas refuerza la autoestima y también genera dopamina (y, por lo tanto, nos motiva). La música también nos puede ayudar mucho a la hora de generar dopamina. Podemos buscar un himno o “lema” familiar que nos suba el ánimo en momentos de desesperanza, o identificar una canción que nos active y convierta cualquier momento cotidiano en un momento épico.

Alimentos que nos ayudan a generar dopamina: cualquier alimento rico en tirosina, como almendras, plátanos, chocolate y té verde.

  1. La Serotonina o cómo aumentar la autoestima

Como madres y padres, es importante saber que la serotonina nos ayuda a fortalecer nuestra autoestima. Esto está muy relacionado con sentirnos valiosos. Hacer que nuestros familiares sepan cuánto los apreciamos y valoramos, en estos días de estar juntos en casa todo el tiempo, es especialmente importante.  Podemos, de forma consciente, recordar momentos especiales, agradables, satisfactorios. Y practicar el agradecimiento. Agradecer todo lo aprendido y disfrutado. La vitamina D también favorece la serotonina, así como hacer ejercicios suaves, como yoga o estiramientos. Estos días es difícil hacer excursiones o disfrutar de la naturaleza, pero podemos intentar encontrar espacios donde nos dé la luz del sol (balcón, ventana, patio…).

Alimentos que nos ayudan a generar serotonina: cualquier rico en triptófano, como huevos, piña, plátano, pescado, lechuga, espinacas, col kale, calabaza, zanahoria y cúrcuma.

  1. La Oxitocina o cómo potenciar la hormona del amor

 La podemos generar siendo amables con nuestros hijos e hijas, fortaleciendo la confianza o el vínculo emocional. También estar en contacto significativo con aquellas personas que queremos pero que no podemos ver, aprovechando la tecnología que tengamos disponible. Aprovechar también cualquier oportunidad de conexión, como salir a la calle a aplaudir, saludarnos desde los balcones, dejar notitas en los portales o ventanas que nos acerquen a la comunidad y y generen vivencia de unidad. La generosidad y la empatía también generan oxitocina.

Alimentos que nos ayudan a generar oxitocina: de nuevo, alimentos ricos en triptófano, como pavo, pollo, leche, quesos, pescado, huevos, tofu, semillas de calabaza, sésamo, nueces, cacahuetes.

  1. Endorfinas o cómo sentirnos felices

Segregamos endorfinas cuando experimentamos elevados niveles de felicidad. Reír, bailar, cantar o practicar hobbies nos ayuda a sentir esta felicidad.  También la actividad física en general.

Alimentos que nos ayudan a generar endorfinas: avena, plátano, huevos, chocolate, piña, salmón, garbanzos, pimiento.

¡Todo irá bien!

Lo importante en estos días es que tengamos información para estimular “la química de la felicidad” de forma equilibrada. No se trata de buscar “la felicidad” o la “euforia” a cualquier precio (nos puede tentar la idea de dar una recompensa inmediata a nuestros hijos e hijas cuando sentimos la impotencia que esta situación les genera).  Se trata de conocer qué actividades y alimentos nos ayudan a encontrar un equilibrio físico y emocional para pasar esta situación de la mejor forma posible. ¡Todo irá bien!

Roser Fernández Benito

International Sociological Sport Observatory. Directora.

Les compartimos la guía ASI de Sana Distancia apoyando la iniciativa #MEJORenCASA”, en la que ofrecemos alternativas un poco diferentes para aprovechar esta situación a manera de oportunidad.
Estos recursos son exclusivos para escuelas de la Red de Civismo Digital como Formus, pero debido a la circunstancia la estamos haciendo disponible al público en general.

ASI nos comparte esta liga en dónde tendrás acceso a clases cortas en línea, relacionadas con la seguridad digital. En sesiones de 20 a 40 minutos, aprendes las claves del uso seguro, productivo y entretenido de Internet, para protegerte a ti y a tu hijos, participando con ellos.

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScObVbJ_41Rc6GIc-c2nh8BHm9jYon76TsPWHh80adJ0fyBBg/viewform

6 maneras en que padres y madres pueden ayudar a sus hijos durante el coronavirus

Consejos de una psicóloga sobre cómo ayudar a nuestros hijos a confrontar las diversas emociones que pueden estar afectándolos actualmente

https://www.unicef.org/es/coronavirus/seis-maneras-en-que-padres-y-madres-pueden-ayudar-sus-hijos-durante-coronavirus

Durante la emergencia sanitaria, en este sitio leerás los libros del Consejo Nacional de Fomento Educativo. ¡Disfruta este gran viaje por el mundo de la imaginación! http://www.tripulantes.sep.gob.mx/

Les compartimos un bello cuento. En youtube lo podrán encontrar también subtitulado al español.  https://www.youtube.com/watch?v=Nw5KQMXDiM4