Todas nuestras acciones tienen una consecuencia. Enseñar a nuestros hijos a hacerse responsables de sus elecciones y conducta, les ayudará a identificar el efecto de su comportamiento. Constructivamente evitemos el castigo físico o privativo que en la práctica no cuesta ningún esfuerzo del niño y no tiene relación directa con lo que ha hecho incorrecto.
Las consecuencias deben ser inmediatas, coherentes, deben guardar relación con la conducta, que ofrezcan un modelo a seguir, que sean de poca duración mejor que de largo plazo.