Les compartimos esta carta enviada desde Austria por Ingrid Lackner, abuela de dos de nuestras alumnas, que visitó Formus en su reciente viaje a Monterrey. Ha sido traducida del alemán por Elisabeth Schwarz y la maestra Úrsula.
Querida Úrsula:
Quiero agradecerte la oportunidad de visitar y conocer tu obra de vida, hecha realidad en FORMUS. Gracias por compartirlo con afecto y alegría. Yo he trabajado (con mucha pasión) más de treinta años con niños pequeños (hasta los 6 años) y sé cuanto esfuerzo personal es necesario, para establecer, estructurar y organizar una escuela para niños de esta edad y con el enfoque que tiene FORMUS.
Coincido con tu deseo de integrar la naturaleza, el crecimiento y progreso de las plantas, el deporte, los artes, la música, los conocimientos relacionados con la comunicación y las ciencias en el programa de cada día: eso hace que cada día sea para ellos único y diferente.
Observé la organización llamada “escuela”, que incluye a GRANDES y PEQUEÑOS O CON NECESIDADES DE APRENDIZAJE ESPECIALES en una UNIDAD CON DIVERSIDAD.
Se puede ver y sentir, observando en los niños, niñas y adultos el RESPETO, la ACEPTACIÓN MUTUA, el APRECIO y el placer de hacer muchas actividades de manera AUTÓNOMA.
En Formus se percibe y se ve reflejado un trabajo con su propia identidad, confianza y tranquilidad lo cual parece ser una de las claves de éxito.
Me gustó observar que el equipo de maestras y maestros están convencidos y tomados de las manos alrededor de un marco pedagógico el cual ayuda a los alumnos y alumnas crecer como individuos fuertes y socialmente conectados, amorosos, compasivos, alegres y con vínculos afectivos fuertes.
El niño es el centro de la atención. Eso requiere un equipo de educadores con mucha sensibilidad y conocimientos especializados, enraizados en el humanismo para que los niños puedan desarrollarse, manteniendo la curiosidad y apuntando a la autonomía, haciendo cada quien lo que puede y lo que es capaz de hacer.
En Formus los niños viven de acuerdo al lema: YO HAGO LO QUE PUEDO. YO PUEDO LO QUE HAGO. Ellos saldrán a la vida con esta fortaleza.
Deseo para todos los niños y niñas, también para mis nietas Matilda y Paula, que recuerden su estancia en la escuela como un tiempo de mucha alegría y enriquecimiento. Que valoren a las personas que los han acompañado y marcado, a las han reído y conversado con ellos, a las que cantaron e hicieron música con ellos, a las que han sido compañeros y compañeras de estudio: que formen siempre parte de su bagaje afectivo. Que tengan presente en sus vidas a las maestras que las enamoraron del arte, que sembraron y cosecharon con ellos en la huerta, que les ayudaron a valorar su cuerpo mediante la educación deportiva, las que convivieron con ellos. Deseo que conquisten el mundo junto con todos los amigos y amigas que formaron parte de su estancia en Formus.
Finalmente deseo a todos los que pertenecen al colegio, tanto a los adultos como los niños que se sepan amados y respetados para que cada día empiecen la jornada fortalecidos.
Con mucho cariño,
Ingrid Lackner
Kindberg, Austria, febrero 2019